Seguidores

domingo, 6 de marzo de 2011

Obstáculos.


Cuando nos topamos con un inconveniente en cualquier tarea que afrontamos, tendemos a reaccionar de dos maneras distintas: o bien nos asustamos y nos venimos abajo, porque vemos el problema insuperable o bien nos crecemos ante la adversidad y damos lo mejor de nosotros mismos para superarlo. No sé si incluso habría una tercera vía, que sería la de aquellos que ni sienten ni padecen ante las dificultades y se quedan inmóviles en espera que se resuelvan por si mismas.
Desde mi punto de vista, entiendo que no se debe llegar al límite en el que los obstáculos se disfrutan e incluso se celebran, pero lo que si sé es que jamás se deben reciclar. Si somos capaces de verlos como oportunidades, que nos permitirán acabar de forma más óptima nuestro trabajo y que nos ayudarán en un futuro en situaciones similares, nos resultarán de gran ayuda.
Nos descubrimos cuando nos medimos con un obstáculo. La medida del propio éxito no es hasta dónde hayamos sido capaces de llegar, sino cuántos y de qué categoría, son los obstáculos que habremos tenido que sortear para llegar hasta ahí. Por lo tanto, no hay que evitarlos nunca. Nuestro valor profesional y personal se incrementará al salvarlos y estaremos mucho más cualificados para superar cualquier reto.
Vistos de esta manera, los obstáculos son un regalo, ¿no?

No hay comentarios:

Publicar un comentario