Seguidores

lunes, 28 de febrero de 2011

Simplemente gracias.

¿Cómo podrías definir algo perfecto? Ni nada, ni nadie es perfecto. Ni siquiera las acciones ni los momentos y tampoco un día concreto. Además, ni por estar con unas personas u otras. Pero de lo que uno tiene que estar seguro, es que esas acciones y esas personas con las que lo hemos compartido, convierten esos momentos en únicos e irrepetibles.

viernes, 25 de febrero de 2011

¿Destino o azar?


Plantear si existe el destino, entendido como un desarrollo irremediable de los acontecimientos que no se puede cambiar o si por lo contrario, pensar que nada de lo que nos ocurre está predeterminado y por lo tanto, cualquier cosa que nos sucede es producto de forma directa y exclusiva de nuestra intervención.
El reparto entre una manera de concebir el destino y el azar es equitativo y casi al 50%. Y si tengo que decantarme, yo creo en una mezcla de ambas ideas. Aunque realmente nunca debemos creer en un destino ya prefijado y determinista que tenga por fuerza que suceder inexorablemente, eso ni siquiera debería pasar por nuestra mente, ya que tenemos como seres superiores la ventaja de poder prever, planear y prevenir posibles hechos; contamos con el poder de razonar y valorar los posibles caminos a elegir para decidir hacia que destino nos debemos dirigir en el transcurso de nuestra vida. Son nuestras herramientas mas elevadas y preciadas el poder de elección, el poder de la intención y compartimos con la inteligencia suprema que nos creó, la capacidad de ser creadores y realizadores junto con ese poder supremo, para no dejar al irnos del mundo igual como lo encontramos cuando llegamos a la vida, y que nuestro paso por él no sea inútil, por ello pienso que sólo debemos enfocarnos hacia actos y realizaciones que valgan la pena.
Sé que somos artífices de nuestro destino por lo que hacemos y cómo lo hacemos y creo también que hay una porción irracional que se nos escapa y que debe estar escrita de antemano en alguna parte. Sólo así, se podría explicar todo lo que acontece y sin una de esas teorías faltarían respuestas.
La división entre destino si o destino no, ha pervivido largo tiempo en la historia ...
A favor:
*El cielo gobierna los acontecimientos del mundo sin ser visto; esta acción oculta del cielo es lo que se llama el destino.
*A menudo encontramos nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo.
En contra:
*Aquello que se considera ceguera del destino es en realidad miopía propia.
*Las personas fuertes crean sus acontecimientos; las débiles sufren lo que les impone el destino.
"Cuando ocurre algo bueno, hablamos de providencia; cuando ocurre algo malo, destino.
El destino, EXISTA O NO, no tendría porqué preocuparnos y simplemente deberíamos vivir la vida como mejor nos convenga, pero sería bueno vivirla con inteligencia.
¿Por cuál te decantas, destino o azar?

Words.


Con ellas somos capaces de describir nuestros mundos, que sin ellas caminaríamos ciegos. Expresan lo que sentimos, lo que no sentimos o lo que quisiéramos sentir y con ellas somos capaces de acariciar o de herir profundamente.
Si sabemos usarlas, serán como llaves que nos abran puertas. Nos permitirán conquistar o persuadir almas y tendremos además licencia para emocionar o para conmover y el privilegio de entusiasmar y de hacer soñar. Si las manejamos mal o directamente elegimos las peores, tendremos capacidad para destruir, una vía para humillar, talento para asustar y un catálogo completo de oportunidades perfectas para: vengar, menospreciar, degradar o simplemente decepcionar.
A veces es muy tarde cuando se descubre, pero si son magníficas, quizás suenen bien aunque no sean necesariamente ciertas. Las palabras bonitas -no lo olvidemos- a veces son mentira, puesto que lo bonito no tiene que ver con la sinceridad. Por el contrario, habrá palabras feas que serán auténticas y que aunque no nos gusten, habremos de fiarnos de ellas. Recuerda siempre que las palabras sinceras no suelen ser elegantes y que las elegantes no suelen ser sinceras.

Aprende todas las palabras que puedas y úsalas a diario. No te limites a conocerlas y a olvidarlas. Hay una palabra indicada para cada objeto, sentimiento, persona o momento en espera de que tú la encuentres y es una pena definir todo ello con nombres que no tienen relación. La vida no está llena de "cosas", está llena de PALABRAS.

lunes, 21 de febrero de 2011

Vivir.

No esperes a que pase la tormenta sino que aprendas a bailar bajo la lluvia.
Esperar, sin hacer otra cosa que esperar y mientras se espera, la vida se va gastando y sin embargo, algunos no se cansan nunca de esperar sin saber que lo que les espera ... quizá no les está esperando.
Una cosa es tener esperanza en que algo acontezca y otra muy distinta hacer que todo gire alrededor de su llegada. Seamos suficientemente coherentes para vivir cada día con entusiasmo, porque; ¿Esperar a qué? ¿A un cambio del viento?, hay rachas eternas. ¿A un cambio de opinión?, hay gente que nunca la cambia. ¿A un golpe de fortuna? la fortuna no suele llegar siempre de golpe. ¿A un milagro?, bien, no digo que no ocurran, pero son taaaaan escasos.
Esperemos todo eso si queremos y hagámoslo con confianza, pero no aplacemos absolutamente nada por ello y no dejemos de disfrutar ni un sólo día de nuestra vida, ni de prepararnos para aprender o para mejorar, ni tampoco de conocer, amar, sentir, reír ... vivir en suma. Sea bienvenido lo que estamos esperando cuando nos alcance, pero mientras tanto, vivamos.

Elegante en apariencia e ignorante por dentro.

Un error momentáneo llega a ser un remordimiento eterno.

:)


Aunque día tras día sea una lucha, discuta, grite, me cabree etc. Unos me pegue y otros me tire de los pelos, unos me abrace y otros me de puñetazos, no puedo evitar echar de menos a una persona tan cercana a mi que está a unos 325 km desde hace casi 4 años y con la que llevo conviviendo casi 19 años de mi vida.
A pesar de esa distancia no me importa recorrerla aunque sea para decirme lo subnormal o idiota que soy, que me de un empujón o que se ría de mí. No me importa nada en absoluto. Estoy acostumbrada desde siempre a ello.
Pero en cuanto lo vuelvo a ver me da una alegría tonta y aunque me acuerde de todas las riñas y enfados, nada será suficiente para no ser un poco más feliz pasar un día cerca de él. Y creo que merece la pena recorrer 325 km de ida y otros 325 de vuelta sólo por verle. En ese momento, me doy cuenta (aunque piense que es la peor persona del mundo, porque me busca siempre las vueltas para cabrearme) de que le echo de menos un día tras otro y que necesitaba verle.

viernes, 18 de febrero de 2011

*

Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

martes, 15 de febrero de 2011

...

Cada día con un cuento distinto, hoy blanco, mañana negro y pasado gris. Parece ser que no todos los días terminarán tan bien como empezaron. Y todo es por lo tanto que dicen saber los demás de uno mismo. ¿y qué importa? Sinceramente, no importa nada en absoluto. Pueden hablar todo lo que quieran, pero ... el problema es la consecuencia, personas que creías que eran como parecían ser contigo, y luego, zás! Te ves sola una vez más.
Ahora es el momento en el que pienso que la gente no cambia, en realidad cuando les molesta cualquier situación actúan como siempre lo han hecho, no piensan nada más que en su situación, nada más, un comportamiento patético, pero es así.
Ni si quiera se plantean pensar en cómo se sentiría la persona afectada, y además, no sólo eso, sino que podría llegar a hacer esa persona en tal situación.

lunes, 14 de febrero de 2011

Decisiones.

No sé, tal vez hoy sea uno de esos días que me da por pensar, pensar en todas las cosas que he hecho y en las que no, en las que no debería haber hecho y en las que sí, en las que tal vez me haya equivocado al hacerlas y en la consecuencia de ellas. Nunca sabrás cual es la mejor decisión que tomes, pero tienes que saber que si no la hubieras tomado habría sido peor, peor por no saber si es lo mejor o no. Pienso que aunque haya fallado en alguna de mis decisiones, no debo arrepentirme de nada, supongo que lo hecho, hecho está.



domingo, 13 de febrero de 2011

¿Vives o simplemente respiras?

La vida no se mide por las veces que respiras, sino por los momentos que te dejan sin aliento.

You're not alone.


Cuando estés de noche en tu habitación, aún cuando tengas las puertas y las ventanas cerradas y apagada la luz, no digas que estás solo: nunca se está solo.
La soledad es comúnmente aceptada, como un estado de desamparo e incomunicación del que hay que tratar de salir cuanto antes y a toda costa e incluso si para ello, debemos aceptar el "sacrificio" de soportar la compañía de personas con las que no compartimos ni los mismos gustos e intereses ni los mismos ideales y ni lejanamente parecidos sentimientos. ¿Merece la pena que para huir de la soledad, nos obliguemos a convivir con quien no tenemos casi nada en común?
A mucha gente le parecerá que si, porque cualquier remedio es bueno antes que tener que enfrentarnos cara a cara con nuestro propio yo y dialogar profundamente y sin ruido con él en soledad.
No obstante, que no todas las soledades son nocivas. Las hay buscadas; las de aquellos que persiguen en el silencio y la armonía propios una reflexión calmada y estimulante. Pero como dice un viejo aforismo: la soledad es un buen lugar para encontrarse, pero uno muy malo para quedarse.
Sería demasiado cruel decir que quién está solo es porque realmente así lo quiere. Podría resultar incluso ofensivo para todos aquellos que experimentan al borde del drama el dolor intenso de la soledad, siendo incapaces de escapar de un aislamiento que no pretenden.
Pero, como siempre, para cambiar el curso de lo que nos ocurre no hay otra receta que actuar. Hay que intentar alegrarse de la situación que atravesemos y sentir que somos víctimas de no sé qué maldición desagradecida que nos impide; no nos ayudará a salir nunca del lugar en el que estamos.
Hay una Ley "divina"; algunos le han puesto nombre, aunque yo huyo de todas las etiquetas. Esa Ley determina que recibes, aquello que das. Y se cumple exacta y estrictamente siempre, en una suerte de equilibrio o de compensación universal. La forma de encontrar compañía es brindándola, la manera de sentir amistad es siendo a la vez amigo y la de ser amado es amar. Es simple, pero eficaz.

Problemas.


Es un hecho cierto, que importa más cómo afrontemos los problemas, que la propia dificultad de la situación a la que nos enfrentemos. Siempre es más práctico que nos planteemos qué hacer con lo que nos ha correspondido y nos enfoquemos de inmediato en buscar una solución, que dar vueltas y vueltas al origen del desastre.
No se trata de quitarle importancia a los acontecimientos negativos que nos acontecen, pero tampoco pensar que son punto y final y que a partir de ahí ya nada tiene solución. Cualquier circunstancia es susceptible de ser mejorada y sólo tenderemos a enderezarla, si pensamos que hay soluciones en alguna parte y que nuestro trabajo es encontrarlas. A veces las soluciones se esconden, bien es cierto, pero eso no implica que no estén.
Y sobre todo, cambiemos la perspectiva respecto a lo que nos sucede, porque en nosotros y en nuestra forma de pensar, está la reparación de los desperfectos que nos causa la vida de cuando en cuando.
La conclusión es que para solucionar tus problemas sólo tienes que creer en una cosa y afortunadamente sólo depende de ti.
Pero si lo piensas bien, los problemas no existen; en realidad sólo existen hechos o acontecimientos que en nuestro caso particular tienen un impacto problemático. Lo que debemos entender son los efectos negativos o dolorosos de un hecho y desde allí arrancar con las posibles soluciones.
Lo extraordinario de muchos problemas es que dejan de existir en el momento mismo que no les prestamos más atención o alteramos nuestra escala de valores o de percepción.

viernes, 11 de febrero de 2011

Live you life.


Baila como si nadie te viera; canta como si nadie escuchara; ama como si nunca te hubieran herido.
No estaría de más adoptar esta vida como cotidiana norma de conducta y teniéndola como divisa, lanzarnos a exprimir la vida hasta lograr extraer de ella todo el zumo que contenga. Hasta la pulpa. Hasta su última gota. Sacándole todo el partido posible y aprovechando sus infinitas posibilidades. Sin timidices, rigideces ni prejuicios.
Los convencionalismos sociales (lo que está bien visto hacer) nos oprimen demasiadas veces y nos limitan de tal manera, que renunciamos a ser naturales, para adaptarnos a un entorno que no favorece la espontaneidad y así, vamos viviendo con el freno de mano puesto, convirtiéndonos en una pálida versión de lo que seríamos ... si nos dejaran demostrarlo.
No se trata de marcar una pose. Nada impide tanto ser natural como el deseo de parecerlo, pero tampoco de guardarnos dentro permanentemente las expresiones más sinceras de nuestro carácter.
Si tenemos la urgente necesidad de manifestar alegría; hagámoslo. O en la vertiente opuesta no ocultemos la tristeza en lágrimas solitarias. Cuando cantemos no lo hagamos en un susurro; probemos qué tal de fuerte es nuestra voz. Bailemos las danzas o los ritmos de la vida, como lo hacemos cuando estamos convencidos de que nadie nos observa.
Una de nuestras principales misiones es la de complacernos y eso implica que no deberíamos reprimir nuestros sentimientos permanentemente, ni tampoco articularlos de tal manera que no se parezcan en nada a lo que sentimos en realidad.

Si tienes una buena escusa, acaba con ella.

El que quiere hacer algo, encuentra un camino. El que no quiere hacer nada, encuentra una excusa.

Algún día.

- ¿Te puedo pedir una cosa?
- Sí, dime ...
- No te acostumbres a mí.
- ¿¿Cómo??
- Que no te acostumbres a mí, ni a mi risa, ni a mis sonrisas en esos momentos, ni a mis besos, ni a mi olor, ni a mis caricias, ni a mis cambios de humor ... No te acostumbres a mi cara cuando te ríes de mí, ni te acostumbres a mi rabia, ni a reírte de las cosas que digo.
No te acostumbres, en serio.
- ¿Y eso a qué viene?
- A nada, simplemente algún día me cansaré, me iré y echarás de menos todas esas cosas a las que un día te acostumbraste.


jueves, 10 de febrero de 2011

Cualquiera puede sentir rabia, eso es fácil.


Pero sentir rabia por la persona correcta, en el momento correcto y por un propósito noble, no es fácil.
De las tres acepciones que adjudica el diccionario al término rabia, nos quedaremos con la última. La primera corresponde a la enfermedad. La segunda a un mal que padecen los garbanzos y del cual sinceramente me acabo de enterar de su existencia y la tercera si es la nuestra: ira, enojo, enfado grande.
Entiendo que a lo largo de vuestras vidas habréis experimentado las dos caras de esa furia insensata que es la rabia, capaz de dominarnos y cegarnos de tal manera, que apenas nos deja ver más que a través de los ojos de la ira y la indignación.
Cuando sufrimos un ataque de rabia y agredimos a alguien con rencor y con el ánimo, evidentemente, de hacerle daño, se dice que no somos nosotros en realidad, sino alguien ajeno y extraño a nuestra voluntad. Y sin embargo, sí que lo somos, aunque ese alguien explosivo y agresivo que no reconocemos, esté oculto y silencioso la mayor parte del tiempo viviendo en reposo.
HAY QUE CONOCERSE.
Lo primero a tener claro es que la vida es muy corta para desperdiciarla en odio, enemistad y/o antipatía. Generalmente la rabia que sentimos y que expresamos, nos acaba avergonzando más a nosotros que a quien la dirigimos. Es paradójico pero cierto: algo que pretende causar daño a otros, termina por dañarnos mucho más a nosotros.
La rabia no es más que la expresión externa del dolor, del miedo y de la frustración y es particularmente traicionera porque de hábito es injusta, desproporcionada, vehemente y nocivo. No atiende a razones porque ella en sí no razona y es egoísta, increíblemente egoísta, porque antepone el descanso propio al dolor ajeno.
¿Solución? La demora. El aplazamiento. Ser paciente en un ataque de rabia equivale a escapar a años de tristeza (proverbio chino) y mantener la boca cerrada y retirarse en un momento así, evitará que rompamos para siempre los puentes tendidos tal vez con años de esfuerzo.

Hay tres cosas que nunca vuelven atrás ...


La palabra pronunciada, la flecha lanzada y la oportunidad perdida.
La oportunidad, como el concepto de aprovechar el momento propicio para que suceda algo en tu vida, es un tema bastante complejo. Creo que resulta vital estar preparado para cuando en un instante -muchas veces completamente inesperado- se presenta ante nosotros la ocasión que tal vez hemos perseguido con coraje y ganas, y sin suerte durante mucho tiempo.
Es como un atajo que nos brinda la vida para recorrer en pocos minutos lo que quizá nos llevaría incluso años conseguir y por ello, estar atento para detectar cualquier posible ocasión favorable y aprovecharla sin miedo y sin demora, resulta una ventaja fundamental.
Y sin duda pasaremos muchos días esperando y esperando sin resultados, pero no deberemos abandonar el puesto jamás y siempre habrá que estar alerta, prevenido y con prismáticos a mano para vigilar constantemente, porque en realidad nunca se sabe el momento en el que la luz de la oportunidad decide brillar en el horizonte.

Rodéate de personas que te quieren y sino es así, échalas.


El trato con los demás no siempre resulta sencillo. A lo largo de un solo día vamos encontrándonos con caracteres tan diferentes entre sí, que hacen de la relación interpersonal un ejercicio de equilibrios difícil, siempre y cuando se pretenda una cierta armonía y una convivencia feliz o por lo menos eficaz.
Sinceramente, pienso que hay personas muy extrañas y complejas de trato, y digo esto, contextualizando y asumiendo que habrá otros que piensen exactamente igual de mí.
Por ejemplo, hay personas que prácticamente no hablan con quienes les rodean, y cuando lo hacen, dan una explicación de como si estuvieran en un mundo incomprensible. Otras que si lo hacen, pero sólo si pueden obtener algún beneficio de ello a cambio, porque sino la conversación con los demás pierde interés. Hay gente de un solo tema de conversación y gente de conversación inabarcable sobre lo que sea, porque ‘dominan’ cualquier temática sin cuestionar que quizá no. En fin, hay personas que transpiran paz y otras con un gesto agresivo. Gente que te recibe siempre con una sonrisa y gente a la que les cuesta articular un saludo. Y sigue habiendo diversos tipos. Pero hay que comprender cada situación. Evidentemente, no todos somos iguales y no pensamos de la misma manera, ni tan siquiera actuamos del mismo modo ante una situación semejante.
Y es curioso que si te esfuerzas por congeniar con alguien y tratar de sacarle de su arrogancia, de rebajar su antipatía, arrancar un saludo efusivo al maleducado o cambiar de tema de conversación monótona, la mayor parte de las veces te encuentras una incomprensión y un egoísmo, cuando no antipatía al otro lado y decides que ya somos mayorcitos para andar por ahí como un Robin Hood a la inversa, es decir, quitándote tú propia alegría para dársela a los ‘especiales’ de la película que nunca regalan ningún esfuerzo.
Eso lo comprendes en determinados momentos de tu vida, al igual que comprendes que lo mejor es ser tú mismo y evitar directamente la opinión que tengan de ti los demás. Ingenua juventud es pensar que puedes intentar agradar a todos, no siendo conscientes de que por bien que lo hagamos o por buenos que seamos, siempre habrá gente a la que le caigamos mal. ¿Y qué importa eso?
Luego también la vida te va enseñando a base de experiencias más o menos duras, que hay gente de la que te debes apartar y gente a la que te tienes que pegar. Que de entrada es razonable y positivo confiar en todo el mundo, pero es de locos poner la confianza de nuevo en alguien que te falló. Que entre los amigos hay que alejarse de aquel que habiéndote podido ayudar en un momento de necesidad, no lo hizo y sin embargo dar el alma por ese otro que está cuando todos los demás se han ido.

No recuerdo lo que siento, pero sí siento todo lo que recuerdo.


De ese tipo de pensamientos que se instalan en tu mente sin saber qué llave utilizan para entrar. Que te dejan un buen rato suspendido entre recuerdos, que inevitablemente te impulsan hacia atrás a navegar hasta el puerto de un instante de tu vida concreto.
El otro día me surgió una pregunta de difícil respuesta. Y es que la respuesta puede que para muchos sea tan obvia que no necesiten ni siquiera reflexionar o por lo contrario os pueda resultar imposible dar con una simple solución.
Si te dieran la oportunidad de volver a vivir tal y como sucedió un solo día de tu vida, ¿cuál elegirías?
Sólo uno. No se contemplan unas vacaciones completas, ni se admite siquiera un fin de semana con sus dos días. Una sola jornada y en la que además, no pudieras cambiar nada de lo que pasó y todo ocurriera exactamente igual a como sucedió.
No sería por tanto, de volver atrás para decir aquello que te hubiera gustado decir y que no dijiste o para rectificar tal o cual error. Simplemente volver a vivir lo que ocurrió ese día de la misma manera.
Probablemente muchos tengan ya la fecha en la cabeza y con la fecha su porqué. ¿Una boda, un nacimiento, una celebración?, ¿El día en que conociste a alguien, en el que alguien se te declaró, el día tal vez no del primer beso, pero si del más importante?, ¿Cuándo recibiste un premio, cuándo lograste la posición que buscabas con afán y mucho esfuerzo durante tanto tiempo, cuándo celebraste un triunfo de cualquier tipo? ¿Cuándo te encontrabas junto a alguien a quien amabas y que ahora extrañas o cuando vivías junto a alguien que se fue ya para siempre ...?
Si has concretado claramente ese día, yo te propondría que en algún momento de hoy o de mañana o de cuando consideres, cerrases los ojos y trataras de revivir cada uno de sus minutos y de las sensaciones que pudiste experimentar.
Que tratases de experimentar de nuevo cada sentimiento, cada impresión, cada huella, cada imagen, cada efecto, cada estímulo y cada emoción y que no te pusieras en ningún caso triste porque ese día ya pasó y pensando que ya no volverás a vivir otro igual. Lo más importante es saber que aquel día y todo cuanto ocurrió en él, aún sigue viviendo en ti y ya lo hará para siempre.

Cuando llegues a la última página, cierra el libro.


Esto de vivir no es sencillo, no nos engañemos. Ojalá fuese un grato paseo, en el que las mayores dificultades procedieran de una mala valoración del clima y, como consecuencia de ello, el fastidio de tener que soportar algún que otro chaparrón inesperado.
A veces la vida nos hace daño ... y nos hiere, ¡claro!, pero siempre debemos seguir adelante tratando de cicatrizar las heridas.
Cada 'libro' que leemos, por muy bueno que resulte y por mucha desolación que nos provoque su desenlace, algún día concluye, y tras ello debemos colocarlo en la estantería correspondiente, en la que es posible que lo recuperemos para releerlo -quién sabe-, pero no sin que antes haya pasado un tiempo prudencial dando ocasión a otros muchos libros nuevos y magníficos que quedan por leer.
En nuestra vida, a veces, nos empeñamos en repasar libros agotados y ya superados, evitando con ello la llegada de ninguna novedad. Libros abiertos o heridas sin cerrar: ¿Con qué fin? ¿Es simple desorden o que nos gusta sangrar adrede?
Si tratásemos de reconocer a las personas que no quieren dejar el dolor atrás, definitivamente enterrado en el ayer, y reanudar su vida después de la muerte, encontraríamos que son personas temerosas del futuro y que con frecuencia, buscan continuos justificantes para no actuar. Se pasan la vida mirando a través del espejo retrovisor y no dudan en señalar a otros como los responsables de aquello que les sucede.
Quienes no han cerrado heridas, con frecuencia, no son capaces de reconocer los logros de otros y de dar crédito a que los mismos se deban a la inteligencia, o las habilidades de ellos, sino que propagan que lo que los demás han obtenido ha sido producto de la suerte, del destino, de las influencias o, incluso, de los elementos utilizadas. Les resulta difícil felicitar a otros por sus avances y conquistas y cuando los demás fracasan, tienden a pensar: “es bueno confirmar que somos los únicos que hemos caídos en desgracia”. Este no es un buen retrato de nadie, y lo que es peor: ¡No sirve para nada!
Debemos estar convencidos de que somos superiores a aquello que nos sucede, aceptar el reto que la vida nos trae, mirar al futuro con esperanza sin temer la incertidumbre y, sobre todo, cerrar de una santa vez ese libro ya leído, digerido, superado y que necesita ser archivado y cubrirse de polvo.

martes, 8 de febrero de 2011

El silencio es el ruido más fuerte.


Y es que el silencio puede ser la más amarga de las respuestas, porque siempre suele ser interpretado como desprecio.
¿Y por qué se calla? Se calla, entiendo, por miedo a la respuesta, a la reclamación o a que la otra parte no sea capaz de perdonar lo que se le dice. Pues que decida la persona afectada, ¿no?
Y así, algunos van trasladando a lo largo de su vida una bolsa de silencios y de palabras que deberían haber dicho y no dijeron y que pesa más y más ... y entonces van pasando los años y aquellas cosas que no se revelaron, uno se plantea que para qué decirlas ahora si ya no tiene sentido.
Y de nuevo se vuelve a callar y ya sin solución y para siempre ... o no. Depende de cada cual el soltar esa sobrecarga. Si se hace con consideración y cuidando las maneras, hablar y decir lo que sentimos es siempre la mejor apuesta.