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lunes, 3 de marzo de 2014

Poema en vano, que será abandonado por el camino.

Un Sábado cualquiera en mitad de un domingo,
quise hacértelo todos los días
de la semana anterior y de la siguiente.

La nostalgia egoísta de lo que podría haber sido
me sabe a confitura del sabor de tu boca desde la cima.
Todo lo que pruebo desde entonces
te pone a prueba
y me pone la mitad.

Debo ser la típica gilipollas atípica
que todavía rebobina
cuando quiere avanzar,
de no conseguir terminar la película.

Tu cuerpo era el otro final de El Club de la Lucha
y yo,
sólo la entrada de incendios.

Tú siempre tan con la cabeza en otra parte,
y yo solo pensando en sujetártela
hasta perder la mía, fíjate.

Tal vez podrías aparecer.
Llamar al timbre.
No una,
ni dos:
- Siete veces -

Pedirme que baje
acabar subiendo tú
traerme buenos recuerdos
llevarte los malos.
Y dárselos a quien quiera tocarte esta noche.

Porque pienso pasar todo ese sueño contigo
en aquel lugar donde tú soñaste llevarme.
Después de esta tormenta
no se va a atrever a venir ni la calma.

Y no hay más, si todo lo que viene se va.
No sé cómo será cuando no disparas,
un impacto brutal como si nada.

Yo siempre entenderé que quieras irte
y agradeceré que no lo hagas.