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martes, 29 de abril de 2014

Destino sin rumbo.

Después de un tiempo...

- Hola, ¿Qué tal? ¿Cómo te va?

+ Bien, bueno, como siempre. (Como siempre qué asco. Yo me levantaría la piel con las uñas si escuchase un como siempre. Qué terror que no pase nada mientras no dejan de pasar cosas. Que cambie todo sin cambiar nada. Como siempre de mal).

Llegó ese día. Por fin lo entiendes. Te ha costado verlo, porque todo viene de dentro y no de fuera. Lo tenias claro pero sin asumirlo. Un grave error. Siempre culpabas al problema porque no respondías tú, no era tuyo.

Pero ya no lo ignoras.

Un constante punto y seguido con algún punto y aparte que volvía a ser seguido y así. Continuaba fallando o faltando algo. Entonces fue cuando comprendiste todo.
No puedes encontrar el valor en un número, en una constante casualidad, en un destino sin rumbo. La importancia está en lo que responde eso, lo que hay detrás.
Una idea descaminada.
Un persistente punto en todas sus formas de seguir.
Para acabar con el problema, tan solo tienes que aplicar ese punto con exclusión, omisión, por separado. En un nuevo comienzo, en una nueva trayectoria. Nuevo folio.

lunes, 3 de marzo de 2014

Poema en vano, que será abandonado por el camino.

Un Sábado cualquiera en mitad de un domingo,
quise hacértelo todos los días
de la semana anterior y de la siguiente.

La nostalgia egoísta de lo que podría haber sido
me sabe a confitura del sabor de tu boca desde la cima.
Todo lo que pruebo desde entonces
te pone a prueba
y me pone la mitad.

Debo ser la típica gilipollas atípica
que todavía rebobina
cuando quiere avanzar,
de no conseguir terminar la película.

Tu cuerpo era el otro final de El Club de la Lucha
y yo,
sólo la entrada de incendios.

Tú siempre tan con la cabeza en otra parte,
y yo solo pensando en sujetártela
hasta perder la mía, fíjate.

Tal vez podrías aparecer.
Llamar al timbre.
No una,
ni dos:
- Siete veces -

Pedirme que baje
acabar subiendo tú
traerme buenos recuerdos
llevarte los malos.
Y dárselos a quien quiera tocarte esta noche.

Porque pienso pasar todo ese sueño contigo
en aquel lugar donde tú soñaste llevarme.
Después de esta tormenta
no se va a atrever a venir ni la calma.

Y no hay más, si todo lo que viene se va.
No sé cómo será cuando no disparas,
un impacto brutal como si nada.

Yo siempre entenderé que quieras irte
y agradeceré que no lo hagas.

martes, 10 de diciembre de 2013

Como si la velocidad hiciera carretera.

Hoy tengo ganas, pero no ganas de ganar, sino de perder. De perderme en ti o contigo, o de perder contra ti. Yo que sé.

Y me pregunto, ¿cuántas canciones habrá de tu habitación a la mía? Cuántas ganas de transformar el mundo caben en un libro que nadie se arriesga a escribir en tu ausencia de besos.

Por eso tomo este atajo, porque la velocidad de lo nuestro siempre fue igual a tus ganas de correr. Me despido porque me dijiste adiós en el primer beso; el hecho de quererme siempre te supo a derrota y solo ganamos en relatos trágicos para aquel que quiera leerlos en nuestros imposibles.

Quizás si no hubiese puesto tanto empeño en odiarte, o tú tantos ceros en enamorarte; yo me habría dado cuenta de que no había mejor forma de morir y tú ya habrías perdido la cuenta.

martes, 3 de diciembre de 2013

Nos encontramos donde las dudas se cruzan con las ganas.

¿Cómo voy a darte una excusa? Si es Lunes y la tarde está cargada de desperdicios y además, apesta a fracaso propio. Mis manos tiemblan como corazones que se desgastan con el tiempo y llevo las uñas mal pintadas. Dichosos encuentros, ¿quién los idearía? Tienen el roce de la ropa calada y se arrugan al palparse con la piel. Cuando me escribiste no medité que... Cuando me escribiste no medité; porque tu cariño, contacto, roce, era de urgente necesidad. Así que aparecí en tu casa. Borracha, pidiendo la rehabilitación del vacío. Por eso entré en tu boca, como en una nube, sin nada más que el empuje del recuerdo de nuestros días de cerveceo. Por eso me acogiste, memo. Por eso abriste tus brazos, como el que obtiene lo que tanto echa de menos; por eso te abalanzaste sobre mi cuello, como quien engulle con ansia y vorazmente su presa. Cómo puedes pedirme cuentas con la de besos que me debes, con el miedo que tengo de simplemente no poder saborearte lo suficiente... Cómo puedes pedir limosna al pretexto de mis cicatrices. Fue por eso y no por el frío. Por eso nos desnudamos sin acatamiento y nos devoramos sin prudencia. Por eso salí descalza, mientras tu te hacías el adormilado. No puedo darte excusa para engañarme, si ya eres mi artimaña. Si he tenido que ir a buscarte para pedirte de una puta vez que estabilices estos kilos nostalgia con gramos de polvo en nuestra atmósfera.

jueves, 17 de octubre de 2013

Dieciséis.

Mi abuela me dijo una vez, que los sueños no son difíciles de cumplir, sino que las personas son incapaces de llegar hasta el final, y se van conformando por el camino con cosas menores, que también les hacen felices.

Que la plenitud es efímera, y uno de los sentimientos más preciosos y menos duraderos.

"Vive buscando la plenitud, niña.
Y no te conformes en el camino con opciones que te va dando la vida.
Tú ten claro y nunca olvides quién eres y lo que quieres realmente."


~Dieciséis veces dieciséis.

sábado, 24 de agosto de 2013

Des-pídeme.

Mi propósito de septiembre es dejar de fumar en todos los sitios donde tú jamás me lo hubieses permitido. Tirar la piedra y gritarte con las manos en alto que avanzar en la vida es tan importante como pararse a mirar lo que se tiene al lado. Me busco los porqués a latigazos y a base de no encontrarlos termino asfixiándome.
Cómo te crees que edifiqué si no este muro de las justificaciones: con los trazos destrozados de las casualidades que nos unían.
Que todo lo cruzas sin pedirme permiso y en rojo.
Seguirte queriendo,
aposta,
consciente,
aunque no me lleves a ninguna parte debe ser lo más inútil que he hecho. La incomodidad de todo el que pregunta qué es de mí mientras yo no puedo señalarte. El maldito esfuerzo del paso del tiempo por volarme. Tengo el desgaste del que posee el conocimiento de que a una hora le sucederá otra. Así también en las semanas y en los agostos. Y nosotros seguiremos aquí esperando nada.
El diálogo del entorno violento.
Eso y leer las antologías de tu risa sin llegar a percibir que yo era un capítulo pero tú eras el libro. Porque soy sólo un avión contra el cielo, estrellado porque los deseos se piden a la cara y no a las estrellas.
Porque al que le guste jugar con peonzas de colores debería preguntarles alguna vez cómo están de mareadas.
Que al final cansa más no moverse de un sitio que hacer un maratón donde la meta es el final del túnel. Hagas lo que hagas en el fondo me da igual ya, siempre tuviste buena puntería. Y yo he vuelto a meter el dedo en la herida.
Que si pides sólo lo que te dan estás regalando aprobación.
Así que pídeme, lo que quieras.
O mejor despídeme.
Y ojalá nunca te des cuenta.

lunes, 22 de julio de 2013

-

Hay algo que la fotografía a color jamás podrá captar,
y eso es la esencia de las cosas.
Dicen que cuando quieres conocer a una persona debes sacarle una foto en blanco y negro,
no te distraerás por los colores y sabrás encontrar lo que andas buscando.

Yo siempre te vi en blanco y negro.
Era lo que más me gustaba de ti.

martes, 30 de abril de 2013

"Que nadie os robe vuestros deseos."

Todos hemos oído hablar y hemos visto algún candado en un sitio "especial", pero verdaderamente, ¿qué quiere demostrar esto? Todo surge por la novela "tengo ganas de ti", que relata cómo un joven enamorado convence de su amor a una mujer con una leyenda inventada en la que los novios colocan un candado y una cadena en el tercer farol del lado norte del puente Milvio (Roma), y después de cerrar el candado tiran la llave al río Tíbet. 
Tras esta novela nace el mito en muchos puentes de miles de sitios, traspasado a escaleras, farolas, dónde los enamorados dejan sus candados. Normalmente en el candado se escribe una frase de amor: "amor eterno", "siempre juntos" o los nombres o iniciales de la pareja. Con este gesto, se quiere dejar constancia ese amor que durará por siempre, de ahí que se cierre el candado y se tire la llave al río, es una metáfora de la ETERNIDAD.
En España, se pueden ver estos candados en multitud de sitios como: Orense, BENIDORM, Sevilla... 
Yo tengo el mío, y tu? ;)

viernes, 26 de abril de 2013

Carta de primavera.

Cada vez que nos encontramos como dos animales, nace un sueño que soy incapaz de rastrear.
La inspiración vuelve, pero tú eres más veloz que el resto del ciento volando.
Con el tiempo he conseguido amontonar granos de arena y convertirlos más tarde en montañas de rencor.
Llegamos al bar a la vez pero siempre abandona uno antes.
Sinceramente, ya no hay forma de diferenciar el dolor de ciertas discografías, no tengo canción. Tú eres mi nostalgia favorita.
Podría empezar desde el principio, pero no. Desde la sinceridad.
Ojalá no dar nada por sobreentendido. Ojalá haya respuestas. Ojalá lo de pasar página. Ojalá.
Pasar página, que en realidad es continuar escribiendo pero sin hacerlo encima. Estuve pensando y los árboles se hicieron libros. Ahora no sé en qué bosque nos besarán las flores los pies.
Soy un borrón de tinta, en esa novela que escribimos para tener algo tras lo que puedas esconderte cuando quieras volver a verme.

Cómo pasar página si ocupas siete.

Que te quiero no es novedad. Deseo más bien, pero no te tienes en pie conmigo. Desinterés supongo. Y ya no hablemos de cómo vas a apoyarte en mí si siempre estoy a punto de caerme.
Te cumples cada vez que pido un deseo. Pero. La lámpara desaparece y me quedo insegura, a oscuras en un bosque de árboles, que después serán libros llenos de frases escritas por otras manos a las que les dedicaré otros libros que seguirán hablando de ti.
Y tú tan indiferente, paseando por los sueños de cualquiera, te despides de tal compostura que dan ganas de borrar todo.
Por si tu aun no lo sabes, no se si podré quedarme, aunque tu tampoco me lo pides.
Solo hay un paso.
El que tu estés dispuesto a dar.

viernes, 4 de enero de 2013

Que nos una una vida y no nos ate un recuerdo.

Ya no hay esposas ni cadenas que valgan. Seamos honestos pero de verdad, sin corsés ni riendas a las que atarse, moviéndonos con miedo a la libertad, temiendo a los contenedores, los descampados, y los vertederos. Entre basuras el juego no es tan bonito pero es más real, ¿no? El valor de la saliva deambula afligido. Podríamos echarle azufre a esta desidia de nausea, meter las manos en los bolsillos. Olvidar. Pero en cambio nos encantan las agujas de la nostalgia, hacernos daño como un recuerdo de taladros, la sangre que gotea mientras tú te chupas los dedos. En el tira y afloja de los sentimientos la risa fértil crece con el dolor y la insensibilidad como fuente de abono. Y hay un cielo en cada pozo sin fondo. Y mentiras que reivindican la verdad cuando te miro a los ojos y no hay respuesta. Y las dudas, que mi mirada está limpia porque detrás hay un manantial de lágrimas por donde se desangra tu tristeza. Exactamente, qué es lo que vendes tras ese sonido en pausa, qué quieres si lo bonito de la historia es simplemente que sucede y nos cambia. Que somos el fantasma de las navidades pasadas, su juguete roto, su fiesta de bebidas vacías en nuestras excusas. Y tapamos la fecha de caducidad, escondiéndonos debajo de la cama, que las cortinas oculten ese paisaje de abismos en donde no te suicidarías, mucho menos conmigo. El orgullo no nos podará las espinas. Y esa vida en resumen, ese trailer de cosas por el que deberíamos apostar, ese esquema de revolución sin heridas ni ruido me sabe a cero y de nada, ya me hace temblar de conformismo, me obliga a desplegar estas alas a cualquier otra parte para no permanecer aquí.

martes, 1 de enero de 2013

Querido 2012:

Gracias por hacerme tan fuerte como un cristal roto imposible de romperse más, y por demostrarme que en la sutileza de las caricias existe una pequeña indestructivilidad dispuesta a quedarse para hacerte lesión cuando vengan sus ausencias, y gracias por la fécula amarga del corazón, por reencontrarme conmigo misma en toda mi irracionalidad, por aquel invierno nublado donde el sudor solo fue frío y sin pretexto, por las canciones, muchísimo más allá de la cocaína y todas sus mierdas parecidas.
Gracias por devolverme el séptimo arte cuando lo tenía abatido y llorando olvidos en mi esquina de sueños pasados.
Gracias por esa revolución oscura de almas brillantes, por hacernos caer tan bajo que ya solo podamos subir, por el reto de cimas imposibles que nos has planteado: será leña en el fuego de las hogueras que calentarán nuestras manos en todos los inviernos que nos impongan.
Gracias por el dolor. Por haberme hecho tragármelo. Por haberme obligado a digerir derrotas, decepciones e imposibilidades. Por el escozor de heridas incompletas con que llené el vertedero antes de sacar la basura.
Gracias por el amor. Por saber que he querido. Que todavía lo hago. Que nadie podrá impedírmelo jamás. Amar. Solo yo. Y no pienso ser ya más mi rival ni mi enemigo. Todo eso se acabó.
Por lo demás, en lo que a mí respecta, te puedes ir a la puta mierda, maldito 2012.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Miro de lejos las llamas mientras haces de la velocidad una forma de vida.


Lo peor en esta vida es intentar auto convencerse de algo que no tiene lugar donde tú le intentas hacer hueco. Por pequeño que resulte el sentimiento, está tan presente que hasta te hace desconfiar. Sientes rabia, coraje, y sabes que no puedes hacer nada al respecto, solo callar, tragar y odiar a toda esa retahíla de estupideces que deja a su paso por toda tu cabeza. La forma que tiene de causarte un gran caos. Está presente, quieras o no. Recuerda, olvídate de los remordimientos. Son más que tú. Te pueden. Relájate. Deja de pensar que está mal pensar diferente ahora. No sé qué puedes decirle que ya no sepa. Le ofreces tu apoyo en todo lo que hace. Lo sé. Te enfadas por las tonterías que comete, pero sin darle importancia, porque se te pasará y ni te acordarás. Te entiendo. Tienes un abrazo para los momentos que lo necesite. Tienes una risa para cuando se arme de valor y te demuestre que es más valiente que tú. Entonces, dime, ¿por qué te asusta sentir algo distinto a lo que estabas acostumbrada? Ahora el frío se desliza de tus manos a tus ojos y viceversa. Es un frío diferente. Hay frío que te congela por dentro y frío que sólo te recuerda que estás viva. Ver como la lluvia choca contra tu rostro, y pensar que alguno besa esa lluvia. Solo quieres eso. Tener a alguien a quien coger de la mano cuando crees que vas a caer. Cuidar un buen principio para un final eterno. Mirar el fuego de la hoguera queriendo arrojar en él todo lo que no te hace feliz. Los momentos que no merecieron la pena, y chamuscar todo. Calcinar el pasado que te hace tener miedo. Y avivar los domingos noche. Los abrazos bajo mantas ajenas. Los besos al principio y final de cualquier camino. No soltarte nunca por si algún día decides soltarte para siempre. El fuego de la hoguera logra calentarte las manos, y puede mirarte sin saber que tú le ves. Pensando: Ojalá nunca tenga que incinerar estos recuerdos. Estás cansada de soñar y carbonizar los sueños.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Y entre la resignación y el miedo, me callo.

Sólo puedo pensar en cómo pasa el tiempo. Tiempo que ha mejorado físicamente, pero no psicológicamente. Siempre hay un "bye" detrás de un "good" y el corazón pisa el freno después del primer infarto. Debería aguantar más, tentar menos y verte nada. Pero mi pequeña revolución se muestra ante ti como una esclava que echa de menos sus cadenas. Como un perro sin bozal ni ladridos. Vaciándose como una ciudad abriéndose en comisarías, mirándote como tratando de decir: ¿no ves que ya te desprecio? Una presencia de bramidos agónicos que clama tu presencia entre butacas, para esta función de desánimos. Ya las ansias han dejado paso a las dietas como si ya no tuvieran nada que hacer. Como si todo lo que queda por ocurrir nos considerara innecesarios. He comprado una vida normal a precio de finiquito y trato de hacer las cosas bien: he cambiado aquel vaso en que me ahogaba por un océano lleno de peces y ningún tritón. Sé que la noche me es infiel porque uso el despertador y tiro el café con prisas. Porque tu risa sigue removiéndose en mi estómago cada vez que hago repaso de mis destrozos por tu vida. Los contenedores ya no contienen. Hay huelga de reponedores en mi almacén de fuerzas y las ganas ya no ganan al final de la partida. Todos pierden. Y en nuestros dientes se van acumulando los mordiscos que una vez te has tragado hasta el último sueño. Sentimientos que cotizan el paraíso fiscal de las soledades anónimas, suciedad limitada. Y yo puedo mirar el silencio como un pequeño desenfreno de ausencias, que se lleva los ruidos a algún otro lado que no me pertenece, como si midiéramos los suspiros en decibelios en lugar de en arañazos. Supongo que la resignación es aprender a sonreír mientras esperas. Y así voy, con el cinturón de seguridad desabrochado, segura del todo a riesgo, acelerando. No hay curvas peligrosas, solo un muro a lo lejos que me mira con sus ojos de futuro insatisfecho mientras susurra: ¿a dónde te crees que vas? Y siempre es la misma respuesta: a la guerra. Aunque ahora que no voy contigo no es tan divertido ir contra el mundo. Ni sé si merece la pena.

lunes, 10 de septiembre de 2012

Confieso que...

Ni tú has nacido para estar en una jaula ni yo sirvo para llevar cadenas. Admito que hay noches frías, en que me caigo de entre tus sueños y aparezco en un montón de realidades ajenas y entre ellas no estás tú. Pero detrás de cualquier excusa siempre termino volviendo sobre tu sombra para preguntarme: ¿y ahora qué? Porque es muy difícil saber... Esto no es una confesión de maldad por las cosas que no te digo sino más bien todo lo contrario, es un no querer hacernos daño queriéndonos, que paso de contratos de exclusividad, que me duele el personaje literario que me creo yo misma cuando te veo crear y yo tengo que callarme. Ya ves. Que quiero ser tu otra mitad, pero de forma que tú no cambies. Porque estoy dispuesta a dejarme llevar por todas las contracorrientes, a saltar de cualquier precipicio, a caer, si es que se puede, en el abismo de un buenos días, cariño, voy a hacer el desayuno mientras tú finges que sigues durmiendo. Dispuesta a morir contigo en el próximo asalto. Y a veces me teñiré de oscuro, de reproche inconsciente e instintivo, de herida abierta que sangra para luego echarte en cara cantidad de mierda. A veces no podré evitar ser una jaula. Pero tienes que saber que luego será por la mañana, que las malas noches, las peores incluso, también se pasan. Va a ser tan difícil que en muchísimas partes tendremos miedo. Y a veces nos buscaremos en calles equivocadas, en labios distintos, en un azar caprichoso dónde solo tendremos la seguridad de que ni tú ni yo vamos a cambiar nuestro molde para ser un final feliz en el postre de un cuento...Tendremos un barquito de piel con nuestros defectos bordados a mano y tirados por la borda, con el viento en la frente y el secreto de elegirnos libres para volar sin cortarnos las venas porque ni yo puedo quererte y ser una jaula a la vez, ni tu vas a quererme si tienes que usar cadenas.



TD.