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miércoles, 30 de marzo de 2011

El futuro está en nuestras manos.


Nosotros controlamos nuestro futuro, nuestro destino. Lo que pensamos se convierte en realidad. Al registrar nuestros sueños y metas en papel, ponemos en movimiento el proceso de llegar a ser la persona que queremos ser. Pongamos nuestro futuro en buenas manos ... las nuestras.
En realidad, tenemos que tener la certeza de que nadie mejor que uno mismo puede conducir su propio destino.
Estableciendo la analogía correspondiente, también existe un código de circulación 'vital' en el que, al igual que sucede con el código vial más extendido, hay que atenerse a determinadas 'reglas de circulación' si no queremos ser penalizados.
Estas podrían ser algunas de esas reglas:
Respetar la velocidad, por ejemplo. Asunto clave porque la vida tiene su propio ritmo y hay veces que intentamos acelerar y atajar por la vía rápida, poniéndonos en evidente riesgo (a nosotros y a los demás) y no por ello alcanzando lo que deseamos antes, sino incluso nunca.
Obedecer las señales y sobre todo las de peligro. Los semáforos y los Stop están para algo, y detenerse en ellos no significa renunciar; implica estar atentos a lo que ocurre, dejar que la circulación fluya y respetar a aquellos que, eventualmente, tienen preferencia. Siempre llegará el momento en el que nos tengan que ceder el paso a nosotros.
Poner todo el interés en la conducción y evitar las distracciones. Fijando permanentemente la vista en el camino o lo que es lo mismo, en el objetivo, prescindiendo de todo aquello que nos pueda distraer de él.
Preocuparse de conocer la ruta que nos lleva hasta el destino elegido y en caso de equivocarnos de carril y acabar en un callejón sin salida, utilizar un mapa o un Gps que nos marque de nuevo el camino correcto, recordando que no siempre el camino más corto, es el mejor.

martes, 29 de marzo de 2011

Y así es.

Maniática, caprichosa y hasta obsesa. Lo reconozco, a veces, o mejor debería decir, la gran mayoría de las veces, no soy fácil de entender, ya que no me entiendo ni yo misma. Soy un pelín rara, tengo mis manías como cualquiera y hago cosas de crías. Soy bastante estúpida y borde e incluso una enfadona, pero se me pasa enseguida.  Soy de las que lloran por cualquier chorrada; paso de estar bien a estar mal en un chasquido de dedos. También de las que no exteriorizan sus sentimientos, con tal de hacernos las duras... Esto puede ser  grave, pero forma parte de mi personalidad. Soy bastante risueña, me gustan aquellas cosas que no puedo hacer y las que hago o tengo la mayoría del tiempo ni las valoro, por la ignorancia supongo. A pesar de ser así, hay personas que me valoran tal cual y debería agradecerlas estar siempre ahí, pero ahora mismo una de ellas se marchará fuera.
A pesar de que casi nunca le veo, de las 24 horas que tiene el día paso hablando con él 25. Es la persona que más llamadas perdidas, mensajes de texto, de voz…  me puede llegar a hacer a lo largo de un día y el que más se preocupa por mí (o eso creo) y creo que de las pocas que consigue medio entenderme. Es de las pocas personas que me sacan una sonrisa solo con verme. Y también de las que se muestran tal cual son.
He de decirte que me alegro de que te marches. Me alegra que puedas comenzar una nueva etapa de tu vida fuera de aquí, no tan lejos, pero sí en un sitio diferente. Una experiencia única, tú solo, casa distinta, y creo que podría decir que hasta vida nueva.
Imagino que no será fácil, pero contarás con el apoyo de bastante gente incluido el mío, que yo no me olvido de que existes aunque en menos de dos semanas desaparezcas de aquí.
Espero poder despedirme de ti en condiciones, que ya es hora de vernos, ¿no?ia la mayoria

lunes, 28 de marzo de 2011

No trates como una prioridad si te tratan como una opción.


Podemos dar algo, y de hecho muchas veces lo hacemos, de forma absolutamente altruista. Somos, cuando entendemos que debemos serlo, generosos en las mil y una formas que podemos entender: con nuestro tiempo, para aquellos que lo requieren, con nuestro dinero, para quienes lo precisan, con nuestro apoyo desinteresado a las causas que creemos justas. Damos nuestras ganas por nada, queremos a alguien a veces sin correspondencia, en definitiva: somos capaces de ser solidarios hasta límites insospechados. Dejando eso sentado, y para cuando decidimos ser menos prodigiosos, apliquemos el famoso "algo a cambio de algo"
La reciprocidad, que implica que si alguien te regala ese algo, tú deberías estar dispuesto a corresponder posteriormente con otro algo. Generalmente siempre hacemos las cosas esperando algo a cambio y lo lógico, natural y necesario es corresponder. Si no lo hacemos, se produce un desequilibrio y se corre el riesgo de acabar con cualquier relación.
Salvo el caso de personas admirables, las ocasiones en las que hacemos las cosas por razones desinteresadas son contadas y ante todo, elegidas por nosotros y no por los demás. ¿Que nos gustaría que esto funcionara de otra manera y que en todo lo que hiciéramos no mediara un intercambio implícito de beneficio? Por supuesto, pero me temo que en la realidad es lo más corriente.
Cuando somos hábiles en lograr un beneficio concreto con quien tratamos, a cambio retornará, como mínimo, la inversión realizada y en algunos casos multiplicada.
Y a la hora de establecer lo que necesitan otros, no pienses estrictamente en términos materiales. Piensa que a veces lo que deseamos es simplemente reconocimiento o que alguien nos escuche o una cierta sensación de bienestar o más fácil: una sonrisa, algo de comprensión, una pizca de complicidad, cariño, ánimo ... Hay veces que sólo queremos sentirnos importantes o que nos miren a los ojos y nos digan ¡Eh, que te veo y que sé que estás ahí!

domingo, 27 de marzo de 2011

Intención sin acción? Es inútil.


No podemos cambiar nada en nuestra vida con la intención solamente, lo que puede convertirse en una esperanza ocasional y diluida de que lo haremos mañana. La intención sin acción es inútil.
Cambiar no es fácil. Nunca lo es, y quien afirme lo contrario se engaña o intenta hacerlo. Cualquiera que desee intentar una profunda reforma de sus convicciones establecidas, variar la esencia de sus actuales circunstancias o alterar los hábitos asimilados se enfrenta a una gran tarea.
Cuando nos proponemos cambiar algo en nuestra vida es porque hemos constatado, incluso con dolor, que no funciona ya de ninguna manera y que no hay otra salida. Si la hubiera, y teniendo en cuenta el esfuerzo que implica, nos quedaríamos sosteniendo la situación esperando una mejora.
La humildad es buena consejera cuando hablamos de cambios. A mí entender, es preferible afrontar la tarea con cierta medida, que intentar hacer desaparecer en sólo un instante algo, lo que sea, que nos ha acompañado tanto tiempo.
Y otra cuestión es la facultad de armarse moralmente, por si acaso no conseguimos el propósito. Nadie debe considerar humillante fallar cuando intenta algo y no lo consigue. Un fracaso eventual no debe influir ni en pérdidas de ánimo ni en la disminución de la fuerza que nos impulsó a cambiar. Digamos pronto que el fracaso no es fatal, pero si que lo es que nos sirva de coartada para dejar de intentarlo.
Y por supuesto, no hay que esperar que las cosas cambien porque si y justo en el sentido en el que nosotros pretendemos. En esa espera se nos puede ir la vida. La única variable que puedes de verdad manejar es tu propio cambio. El resto del mundo no cambia, no te equivoques, pero incluso te parecerá que lo hace, y realmente lo que cambia eres tú.
Si vas a renovar algo en tu vida, hazlo mientras que todavía haya una oportunidad, porque llegará un momento en el que quieras cambiar y ya no puedas hacerlo. Hay cambios que caducan.

Y así es la vida...!


El ajedrez resulta un juego insuperable, por los indudables paralelismos que tiene con la vida.
Las piezas se mueven sobre un escenario prefijado, poseen distintas jerarquías y valor, hacen o no hacen movimientos que como consecuencia, se traducen en aciertos o en errores y en fracasos. Las piezas dependen unas de otras para su progreso y su triunfo. Por si fuera poco, todas las piezas tienen sus oportunidades de brillar y el más pequeño rival (el peón) puede acabar contigo. Durante el juego te puedes mostrar expansivo y decidido o reservado y conservador, dependiendo de cada momento de la partida y de cómo evolucione esta. Ganes o pierdas, al final todas las piezas, independientemente de su valor, vuelven a la misma caja.
Parece que luchas contra un rival, pero en realidad luchas contra ti mismo y tu capacidad de idear, proyectar o arriesgar y anticipar las jugadas o el futuro. La situación de la partida puede llegar a ser desesperada, pero si continuas luchando quizás puedas ganar.
Y por si fuera poco, y aunque existe una débil relación entre inteligencia y habilidad en el ajedrez, el factor que explica mejor la brillantez de los jugadores, es el número de horas de práctica. Una buena lección para los que piensan que no es posible mejorar nunca, si ya de entrada no se cuenta con las condiciones adecuadas y perfectas.
Y hay que entender que no basta la inteligencia para ganar a este juego (en realidad a ninguno). Al tratarse de una competición, se valoran otras habilidades no exclusivas de las mentes más potentes: La capacidad para controlar los nervios, la tensión y la presión o la de no desanimarse y combatir, manteniendo viva la ilusión de la victoria hasta el final.

viernes, 18 de marzo de 2011

Cambiar.

Siempre es posible cambiar. Siempre se puede dejar atrás cualquier efecto del pasado que sintamos que nos condena en el presente. Siempre es posible comenzar de cero y ser alguien renovado o parcialmente distinto del que éramos ayer. Nos costará tal vez reconocernos en la nueva piel, pero si es lo que hemos deseado largo tiempo, sentiremos al conseguirlo estar disfrutando de una nueva vida dentro de ésta; con oportunidades inéditas, con proyectos desconocidos, con sentimientos insólitos, como si volviéramos a nacer y se nos concediera el deseo de emprender una nueva vida, pero con la experiencia ya acumulada atrás. No sabiendo quizá qué hacer, pero si lo qué no debemos de hacer en ningún caso.

Miedo.

Tras cada puerta nunca sabemos lo que espera y ese misterio es tal vez también el verdadero enigma de la vida: ir decidiendo en cada momento qué puerta debemos abrir para no extraviarnos en el laberinto.
Y dejamos a veces algunas puertas entreabiertas porque el miedo nos impide cerrarlas del todo, como si sintiéramos que podríamos arrepentirnos y necesitásemos volver atrás a recuperar aquello que habíamos dado por concluido. Lo hacemos sin pensar que en el momento en que una puerta se cierra, otra inevitablemente se abre y que esto es algo que sólo se cumple si hemos cerrado convenientemente la anterior.
Sin embargo, lo que de verdad puede hacernos daño y a la vez debilitarnos, es estar de pie frente a la puerta que toca abrir y no ser capaces de hacerlo, por el pavor que nos provoca no saber qué nos espera tras ella. Paralizados por la desconfianza o la cobardía, preferimos abstenernos antes que intentarlo.




miércoles, 16 de marzo de 2011

Oportunidades.

Escurridizas, efímeras, inesperadas, así son las oportunidades. Apenas una luz que brilla fugazmente y que si nos encuentra mirando hacia otro lado, se desvanecerá tan pronto como se presentó.
Cada día, y es más, cada momento, tenemos más oportunidades de las que pensamos. Lo fundamental es saber verlas (a veces se disfrazan de cualquier cosa) para poder aprovecharlas.
Lamentablemente no podemos echar un vistazo al levantarnos cada mañana a la bandeja de entrada de nuestro correo electrónico, y encontrarnos un e-mail remitido por la sección de ‘oportunidades gloriosas’ del gran almacén donde se despachan destinos.
No sabemos cuándo llegan, pero otra cuestión inmutable sobre las oportunidades es que tampoco se pueden programar. Probablemente las deseemos cuando más llueve, igual que esperamos ansiosos la llegada del autobús si nos estamos mojando ateridos de frio, pero ese autobús llegará cuando deba llegar, ni antes, ni después.
Y además, deben estar basadas en algo que previamente hayamos deseado conseguir. Quiero decir, que primero tenemos que tener claro qué es lo que queremos, para que surjan las oportunidades que nos permitan lograrlo.
Trazar un plan alrededor de lo que se quiere conseguir o mejorar en nuestras vidas, resulta fundamental. Si nos planteamos con rigor que queremos alcanzar tal o cual meta, establecemos y diseñamos lo que creemos que debemos hacer para alcanzarla y nos ponemos a trabajar en ello, muy probablemente vayan surgiendo oportunidades para que lo consigamos. Cuando quieres algo, tienes que colaborar. Es un axioma.
Y también es clave estar despiertos, muy despiertos, porque las oportunidades se van deprisa: "Cuando el momento llega, hay que saltar la barrera sin vacilar".
La oportunidad perdida nunca vuelve atrás. Vendrán otras, pero la que pasó, pasó, y probablemente si nosotros no fuimos lo suficientemente diligentes o decididos para aprovecharla, algún otro lo habrá hecho en nuestro lugar.


(L

Ninguna relación humana contempla la posibilidad de que uno se halle en posesión del otro. En cualquier pareja de almas, las dos son absolutamente diversas. Tanto en la amistad como en el amor, ambas, codo con codo, levantan las manos juntas para encontrar aquello que ninguna de las dos puede encontrar por sí sóla.

Sh!

Pasan los minutos. Pasan las horas. Pasa algún día. He leído de todo. He hecho de todo. Pero resulta muy difícil escapar al propio silencio. Lo dijo hasta un sabio japonés: puedes escapar al ruido del río y de las hojas al viento, pero el verdadero ruido está dentro de ti.

lunes, 14 de marzo de 2011

Recuerdo.

Qué difícil es olvidar las cosas bonitas.
En algunas ocasiones, los demás no existen. Y ésta es una de esas ocasiones.
No hay nunca un porqué para un recuerdo; llega de repente así, sin pedir permiso. Y nunca sabes cuando se marchará. Lo único que sabes es que lamentablemente volverá.


Sentimientos.

Basta. Estoy fuera. De los recuerdos. Del pasado. Pero también estoy perdida. Antes o después las cosas que has dejado atrás te alcanzan. Y las cosas más estúpidas, cuando estás enamorada, las recuerdas como las más bonitas. Porque su simplicidad no tiene comparación. Y me dan ganas de gritar. En este silencio que hace daño. Basta. Déjame. Ponlo de nuevo todo en su sitio. Así. Cierra. Doble vuelta de llave. En el fondo del corazón, allí, en aquella esquina. En aquel jardín. Algunas flores, un poco de sombra y después dolor. Ponlos allí, bien escondidos, te lo ruego, donde no duelan, donde nadie pueda verlos. Donde tú no los puedas ver.

Des-control.

Me entrego completamente a vivir sin más ni menos que, sin tener que preocuparme de tener el control de la situación. Me libero de la carga pesada, que tanto tiempo llevé al hombro, una carga que me obligué a poseer, nadie dijo que sería fácil, nadie dijo que fuese necesario ... y un día tras otro piensas - "Al fin y al cabo, mañana será otro día" pero sigues con ello encima ...
Hoy fue uno de esos días en que mi niñez me obligó a abandonar mi vida de "adulta"; hoy me entregué a la risa, a la desesperación, a la emoción injustificada ... porque estaba en una situación poco llevadera, frustración; caí, me sentía más abajo que nunca, fuera de sí, no era yo ... y apareció esa vocecita de dentro que me hablaba, la escuché. Te oí y entendí lo que me dijistes ... El camino se abrió hacia mí, pero no como nunca me imaginé que fuese ...


domingo, 13 de marzo de 2011

Algo tan sencillo...


Tan simple como una palabra, a veces cuesta tanto decirla, que empiezas diciendo tonterías y acabas sin saber lo que estás diciendo. Es tan sencillo como coger aire, mover la boca ... y soltarla ... pero al mismo tiempo resulta tan complicado, solo con pensar en decirlo, que al final no lo dices hasta que llega ese momento en el que todo te da igual, que ya no tienes nada que perder y si lo dices puedes quedarte igual o incluso ganar ... pero, ¿cuando llega ese momento? ¿por qué siempre esperas al último momento para decir algo tan sencillo, si has tenido horas, días, meses e incluso años para hacerlo?

Amistades y amistades.


La amistad no solo consiste en estar con esa persona cuando te interesa o te conviene, ¿sabes? Confiamos demasiado en las personas, sin saber como son en realidad, das todo por ellas, intentas ser aceptada porque quizás así podrías ser mejor, pero es lo contrario, vas a ser otro robot como todos, sin sentimientos; sin tristeza, sin odio, ni felicidad ... Ser una copia más de todos los que nos rodean, por eso, ser diferente, pensar diferente no tiene nada de malo, al contrario, te felicitaría si fueras así, tienes personalidad, cosa que hoy en día falta tanto ... Personas trasparentes, personas verdaderas, aquellas que se muestran tal cuales son, que no cambian por el simple hecho de caer bien, ya sabes ... aquellas que tienen como mínimo cinco facetas, las cuales las tiene que cambiar para cada persona que se le cruce, para cada persona que le hable; cada una diferente para cada situación. La base de todo está en los intereses, las falsedades, las mentiras. ¿Que le pasó al mundo? Creo que las respuestas están en peligro de extinción.


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Fuera de mi ventana sólo veo coches veloces, motos alocadas, que dejan el tráfico atrás. He aprendido una pequeña verdad, el mundo te quiere rápido para que llegues a tiempo. Te quiere veloz para recordar sólo el sonido de tus pasos y es por eso que cuando te acuerdas que no vas a ningún lado, aceleras.

.

Inconsciente, desapercibida. Una respiración pausada y plenamente tranquila, un aliento algo frío que llega al rostro. Unos dedos que han quedado enredados en el pelo, ahora quietos, ya dormidos. Una piel que roza el brazo, una piel suave que roza el brazo. El cuerpo dormido se remueve de tanto en tanto, sobresaltando otro que queda despierto, expectante y observador. Sobresaltado ante un constante contacto. Observa los ojos cerrados, tiene miedo a que se abran sin previo aviso. El brazo extendido hacia arriba contrae la mano en un impulso, sobre el pelo enredado. El otro cuerpo respira fuerte con la boca entreabierta. Y, como no, la lágrima brota al fin de la laguna de sus ojos.

...

No lo entienden, no lo comprenden, lo que para mí significa, no se nota, sí se siente y aún así, no lo ven, no lo observan, ¿tan difícil es apreciar algo? No hay aprecio, tampoco desprecio pero la indiferencia es muy mala, no sabría decir quién ganaría en una lucha entre la soledad y la indiferencia. Miro hacia la derecha y hacia la izquierda y ahí están ¡esperando a que fracase! Yo fallo, cometo errores como todo humano pero no me agradan las quinientas expectaciones que desean verme mal, yo no soy competencia, me cuesta y nadie lo valora, tal vez sí, yo... o quizá nadie de nadie. Me gustaría cerrar los ojos, dormir y que al dia siguiente, al amanecer alguien me tendiera la mano y yo notara su presencia, no lo noto. Ausencia en ello, en su ser y sin ser presente. Tengo miedo al futuro de dos días, al futuro en dos días, al presente y al pasado que me sigue. No soy así aunque lo parezca ¡ese tiempo no soy yo! -De todo un poco, dicen- De nada, digo... Es un agradecimiento imperceptible aunque no he sentido el sabor, los segundos de la hora, sin más, ya está, todo era, todo fue ... era todo y pasó, ahora es un suspiro. Unos ojos enormes y bellos no me vigilan ... no lo hacen. Tengo solo dos sobre mí, es lo que necesito, mi necesidad de vida, sin embargo, me encantaría disfrutar de un segundo de mi tiempo de saber que me apoyan. Apoyo, ausencia, falta, ayuda, deseo, yo, no yo, vida, desesperación, desaparición.

sábado, 12 de marzo de 2011

¡Escúchame!

No estoy haciendo nada pero al menos no hago nada malo. Y me voy a quedar aquí por mi cuenta. Si nada aumenta nada se gana. Y puedes decir ... sí! puedes decir cualquier cosa, ya no me importa. Luego si quieres puedes hacerte el interesante. Tendré noticias para tí, esto no tiene más vueltas. Entonces cuando hable escúchame. Esta es mi decisión. Y tú sigues desordenando las palabras. Entonces cuando hable escúchame porque sigues presionándome como si necesitara permiso para ser escuchada. Me estoy acercando, me estoy moviendo cerca y más cerca y creo que ya lo sabes. Estoy cansada de jugar y no voy a decir nombre pero yo sé que tú lo sabes. Y puedes hablarlo, sí! puedes ir adelante y en línea recta porque esto se está acabando y no necesito tu ayuda. Voy a hacer esto pero hacerlo bien. La única cosa que puedes hacer es escuchar asi que escucha.

Nothing.

¿Estoy mejor muerta? Sonrío, pero me muero tratando de no arrastrar los pies ... Dicen que unas pocas copas me ayudarán a olvidar pero después de tomar un poco de más sé que nunca olvidaré. Sólo ellos saben a dónde va a ir a parar esto, pero todos piensan que estoy loca, lo que para mi tiene perfecto sentido. Y todas mis amigas están ahí tratando de calmarme porque estoy gritando tu nombre por toda la ciudad. Juro que si voy ahora ahí, puedo hacerte cambiar de opinión, cambiarlo todo por completo. Sé que estoy borracha pero pronunciaré las palabras y esta vez me escucharás incluso aunque arrastre las palabras. Marqué tu número y confesé que todavía estaba enamorada pero todo cuanto escuché fue nada (nada, nada...). Así que tropecé ahí a lo largo de las rejas y las vallas. Sé que si estoy contigo, cara a cara, entrarás en razón. Cada paso borracho que doy me lleva a tu puerta. Si vieras cuánto me duele, me aceptarás de nuevo, seguro. No dijistes nada. Yo quería palabras pero todo cuanto oí fue nada. *A veces el amor es alcohólico, te vienes abajo; tus manos tiemblan cuando te das cuenta de que no hay nadie esperando*.

Y? Nada.

Puedes estar a milímetros de estrellarte con una ola de sentimientos. Pero callas. El miedo a la colision gana. Quien sabe. Tal vez ninguno salga bien parado luego de ese posible "te quiero" de una tarde-noche de fiesta, sentados en un banco de madera mirando las primeras estrellas.

No es sano.

Tus palabras son como helados de crema; son exquisitas, mis favoritas a veces, sin embargo a los 5 minutos se derriten, se van, y no queda nada más que los restos de ellas.

viernes, 11 de marzo de 2011

Decir "Carpe Diem"...

Cuando te cuentan un problema y caminar con la mirada fija al frente silvando una canción que solo tu entiendes, y si te quedas parado, mueves el talon de arriba a abajo para demostrar que tu vida tiene un color especial.

.

Es irremediable;
Volver hacia atrás sugiere un cambio,
y quien sabe cuanto se pierde por cambiar.


Seguir adelante...

Puedes estar minutos, horas, días, semanas o incluso meses, analizando una situación, esperando a que ocurra algo. Intentando poner las piezas en su sitio, reconstruyendo lo que en su día se rompió, justificando lo que pasó, o lo que pudo pasar ... O simplemente puedes dejar aquel destrozo en el suelo, y seguir adelante ...

Hay cosas que nunca cambiarán...!

Hay días que nos sorprende un estado de ánimo que tal vez no tiene que aparecer, pero aparece ... porque suceden cosas que no quieres ver o mejor dicho no querías ver, e incluso que ni imaginabas y te viene a la cabeza la típica pregunta ... ¿por qué hoy? y luego piensas, ¿por qué no otra cosa o otro día como por ejemplo mañana? pero mañana pensarás igual que hoy. Hay cosas que cambian y no quieres que cambien ... pero cambiarán siempre que no hagas nada para evitarlo.

Grita!


Puedes ver una pared cuando el miedo no te deja ver.
Puede que no creas más porque te han hecho mal.
Puede que tu realidad sea que hoy te confundas y quieras escapar.
Deja hablar al corazón porque hay otra verdad.
Verás, tu mundo cambiará.
Deja ya de pensar en el dolor que quedó atrás,
Y vuela, y sueña, deja ya de llorar.
Hoy tu voz gritará que existes y ya nada se detendrá.
[ .. ]

...♥

No se acuerda de cuándo empezó a pensar. Sabe, eso si, que al principio no pensaba en nada. Sentía, sólo sentía. El roce de los cuerpos, las caricias, los besos, la humedad. La invasión de los sentidos. El olor, el sabor, susurros y miradas, sin prisa. Y eso era ternura. Ella se dejaba llevar, sin cálculo, sin saber adónde. Se entregaba y recibía. Y eso era sosiego. Era también pasión cuando los dos se enredaban, cuando se comían mutuamente, con ansia. Entonces se decían: Esto es como volar.

lunes, 7 de marzo de 2011

Quiéreme cuando menos lo merezca, porque será cuando más lo necesite.

Si el ser humano fuera un artículo a la venta en un gran almacén, probablemente no superaríamos los períodos de garantía y lo devolveríamos perfectamente empaquetado de nuevo a quien nos lo vendió, con el afán de que fueran otros y no nosotros, quienes cargasen con un 'aparato' tan imperfecto y defectuoso. Y es que el fallo y la equivocación; el engañarse y el desacierto, son inherentes al ser humano y es un hecho que cuanto antes admitamos, más podremos utilizar en nuestro beneficio.

Cometer errores es una modo bastante desagradable, pero a la vez bastante segura de progresar. Y respecto a ello, no es bueno dramatizar, porque el error nos enseña una lección que teníamos en deuda con la vida aprender. Cuando suceden, los computamos en la memoria y los llamamos experiencia, ya que la idea básica es poder salir adelante en una situación similar que se nos pueda plantear mañana, no olvidando en lo qué fallamos y por tanto qué es lo que no debemos repetir.
Ahora bien, llegado el momento en el cual nos damos cuenta de hasta qué punto nos hemos equivocado y reconocemos lo mal que hemos resuelto tal o cual situación, lo importante es no martirizarse ni reprimirse uno mismo y más allá, y fundamental, encontrar a nuestro alrededor personas capaces de apoyarnos, comprendernos y reconfortarnos. Gente afín y cercana en la que podamos hallar consuelo y mejor aún, con quienes poder analizar y valorar lo que ha pasado.

Cuando damos la peor versión de nosotros mismos, nos sentimos tristes, disgustados y enormemente doloridos por no haber sabido estar a la altura. Quererse y ser un poco menos exigente, dando una importancia relativa a las cosas que nos ocurren es importante, pero también lo es el consuelo y la aceptación de los que nos aprecian, porque ello nos ayudará más fácilmente a remontar.

domingo, 6 de marzo de 2011

Obstáculos.


Cuando nos topamos con un inconveniente en cualquier tarea que afrontamos, tendemos a reaccionar de dos maneras distintas: o bien nos asustamos y nos venimos abajo, porque vemos el problema insuperable o bien nos crecemos ante la adversidad y damos lo mejor de nosotros mismos para superarlo. No sé si incluso habría una tercera vía, que sería la de aquellos que ni sienten ni padecen ante las dificultades y se quedan inmóviles en espera que se resuelvan por si mismas.
Desde mi punto de vista, entiendo que no se debe llegar al límite en el que los obstáculos se disfrutan e incluso se celebran, pero lo que si sé es que jamás se deben reciclar. Si somos capaces de verlos como oportunidades, que nos permitirán acabar de forma más óptima nuestro trabajo y que nos ayudarán en un futuro en situaciones similares, nos resultarán de gran ayuda.
Nos descubrimos cuando nos medimos con un obstáculo. La medida del propio éxito no es hasta dónde hayamos sido capaces de llegar, sino cuántos y de qué categoría, son los obstáculos que habremos tenido que sortear para llegar hasta ahí. Por lo tanto, no hay que evitarlos nunca. Nuestro valor profesional y personal se incrementará al salvarlos y estaremos mucho más cualificados para superar cualquier reto.
Vistos de esta manera, los obstáculos son un regalo, ¿no?

Momentos.


No sé si puedo afirmar, sin ser exagerada, que hay momentos que por si solos valen por toda una vida, pero si sé que los hay que al menos pueden compensarte por varios años.
¿Con qué tiene que estar relacionado ese momento concreto para que se convierta en parte de tu biografía imborrable?
Imagino que para cada uno será diferente. Si tienes momentos así en tu vida; ¿Qué hubo en ellos? ... ¿Un beso perfecto, una caricia electricizante, una mirada tierna, un momento de diversión incomparable, un arrebato de pasión o tal vez una simple conversación, un tranquilo paseo, un largo viaje, una canción, un regalo, un triunfo, un libro, un encuentro...? Lo que durase en cada caso no resulta sustancial, porque estamos hablando de momentos sublimes y los momentos así, son fugaces por definición.
De cualquier forma, tengamos claro que esos instantes que te quitan el aliento no se pueden provocar. Te asaltarán por sorpresa y quizás sólo después (a veces bastante tiempo después) te darás cuenta de que viviste algo que no olvidarás el resto de tu vida.
Los momentos 'sin aliento', son también el mejor reconstituyente para aquellos otros vacíos de emociones y no deberíamos tener vergüenza de regresar a ellos cuando nos haga falta, porque nos pertenecen ya por siempre. Cerrar los ojos, volver a lo que vivimos y por un instante mágico sentir que aquel momento fue único e imborrable ...

Amplía tus acciones.


No creo demasiado en eso de encajar las cosas y empaquetarlas en preceptos que debamos cumplir.
Seguro que soy rara, pero prefiero el orden natural de los acontecimientos y no forzar nada en absoluto. Por mucho que veamos escrito sobre un papel o una pantalla que sería bueno hacer tal o cual cosa o adoptar esta o aquella manera de ver la vida, si no existe obligación por nuestra parte, no lo haremos. Así de sencillo. Afortunadamente aquí todos pensamos y no siempre llegamos a las mismas conclusiones (donde todos piensan igual, nadie piensa demasiado).
No necesitas que nadie te diga cómo quieres que sea cada día de tu vida, qué objetivos personales cumplir, qué viajes hacer, qué tipo de amor encontrar ... todo está en tu cabeza y no hacen falta principios de ningún tipo para saberlo, ya lo sabes con precisión y sólo tienes que sacarlo.
Si acaso, sólo te diría una cosa: que cumplas todo lo que prometas o te prometas. Que no faltes nunca a la palabra empleada ya sea con los demás o contigo mismo. O dicho de otra manera, que no te prometas la luna si no la vas a alcanzar, pero si te la prometes, ya te las puedes ingeniar para llegar hasta ella.

D.


Hay que tener un cierto control de sí mismo y ser prudentes (estoy de acuerdo). Hay que moderarse a la hora de exteriorizar el dolor como muestra de firmeza. Hay que procurar extraer del yacimiento más profundo de nuestra alma, la fuerza que nos haga soportar hasta el dolor insoportable. Es así. Pero que un acto de vergüenza comprensible, no implique el dejar de sentir y que optemos por reprimir nuestras emociones, recluyéndolas al lugar donde jamás se expresan.
La psicología y las ciencias sociales han demostrado la importancia de expresar, de alguna forma, lo que está sucediendo en nuestro interior. La fortaleza que poseemos no es inextinguible y guardar siempre lo que nos duele, y fingir que el dolor no nos afecta, es inhumano (impropio de cualquier ser humano) y trae consecuencias.
El dolor que no se desahoga con lágrimas, puede hacer llorar a otros órganos.
En nuestra cultura se educa a la gente, en especial a los hombres, para que oculten sus sentimientos, repriman sus emociones y no se inmuten por nada. Estamos hechos para verbalizar lo que sentimos y para contar nuestras historias, ya sean de dolor o alegría. Hablando de lo que nos ocurre y compartiendo nuestros estados de ánimo, podemos encontrar alivio.
¿Que se necesita, valor para hacer frente a lo que sentimos? obviamente, pero estamos obligados, porque lo que quisiéramos decir y se calla, es un veneno letal almacenado, que un buen día nos dañará internamente. Hay que ir liberando poco a poco la llave de las emociones negativas, desahogándose nuestro dolor y regenerándonos con nuevos proyectos, ilusiones e iniciativas.
Simular que somos invulnerables al dolor y que aquello malo que nos ocurre no nos afecta, puede ser un buen intento de protegernos, pero una forma ingrata, por sufrida, de vivir. La vida se hace más emocionante cuando somos capaces de mostrarnos tal y como somos ... y a veces somos infelices.


miércoles, 2 de marzo de 2011

Si fuera por mi...

Si fuera por mi te iría a buscar, cruzaría el mar hasta llegar a ti.
Si fuera por mi salvaría el mundo pero ese no es mi asunto sólo me preocupo por ti.
 
La vida que llevo va desgarrando mi alma.
Mil emociones que siento en el momento quitan la calma.
Y no sé si reír o llorar, caer, levantar, olvidar o buscarte.
Si no estás me siento incompleta.
Con decir que a la vida le he perdido el respeto.
Jamás imaginé que este día llegara, y si algo pasara espero no morir en el intento.

Si tú supieras que ganas no me faltan de llamarte. De buscarte y contarte todo. Lo que siente mi cuerpo si no estás aquí.
Rezo poder encontrarte, abrazarte y besarte y poder preguntarte...

¿Qué pasará cuando estemos juntos (que pasará)?
¿Quién dará al primer paso? Sé que no habrán rechazos.
¿Qué pasará cuando estemos solos? Yo lo único que sé es que no te vuelvo a perder.
 
A veces me levanto y estoy todo el día pensando en ti.
No sé si llamarte, no sé si decirte todo de cantazo...




martes, 1 de marzo de 2011

Nunca sabrás de lo que eres capaz hasta que lo intentes.


Siempre ha sido, es y creo que será cierto para todos, que no conoceremos cuáles son verdaderamente nuestros límites, hasta que no nos pongamos en la situación de superarlos.
Hay que tratar de comprender a todo el mundo y respetar cada sentimiento, procurando no dañar ninguna dignidad, pero me resulta difícil asimilar cómo se puede renunciar a algo antes de intentarlo. No comparto ni critico el modo de ver la vida con las personas que ni siquiera se plantean intentar afrontar los retos.
De hecho, ¿Qué nos impide aspirar a hacer hoy o mañana o el mes que viene, algo que no hayamos hecho hasta ahora? Como por ejemplo aprender una nueva lengua, practicar un nuevo deporte, emprender un viaje a un lugar no conocido, escribir un libro, crear un blog, desarrollar un nuevo hobby. Las posibilidades son infinitas, porque inacabable es todo aquello que aún no hemos podido (o intentado) hacer.
Aquello que un día soñastes realizar y que no has comenzado todavía, ten en cuenta que es una deuda que contraes contigo mismo y respecto a la que sería aconsejable que fueras poniéndote al corriente.
Quizás el mundo esté esperando ver cómo construyes todo aquello que te da vueltas en la cabeza. Si empiezas a hacerlo, te sorprenderás de hasta dónde serás capaz de llegar.