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lunes, 21 de febrero de 2011

:)


Aunque día tras día sea una lucha, discuta, grite, me cabree etc. Unos me pegue y otros me tire de los pelos, unos me abrace y otros me de puñetazos, no puedo evitar echar de menos a una persona tan cercana a mi que está a unos 325 km desde hace casi 4 años y con la que llevo conviviendo casi 19 años de mi vida.
A pesar de esa distancia no me importa recorrerla aunque sea para decirme lo subnormal o idiota que soy, que me de un empujón o que se ría de mí. No me importa nada en absoluto. Estoy acostumbrada desde siempre a ello.
Pero en cuanto lo vuelvo a ver me da una alegría tonta y aunque me acuerde de todas las riñas y enfados, nada será suficiente para no ser un poco más feliz pasar un día cerca de él. Y creo que merece la pena recorrer 325 km de ida y otros 325 de vuelta sólo por verle. En ese momento, me doy cuenta (aunque piense que es la peor persona del mundo, porque me busca siempre las vueltas para cabrearme) de que le echo de menos un día tras otro y que necesitaba verle.

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