Se me ocurrió mirarte diferente a los demás, se me ocurrió fijarme más en ti, se me ocurrió sentir algo de lo que estaba convencida me iba a hacer sonreír. Podría haber elegido otras formas de llorar, quizás de alegría, pero no, contemplé la posibilidad de tenerte entre mis brazos algún día. Y es que iba por buen camino, iba en línea recta, nada me podía hacer perder la esperanza, ¿por qué no apostar todo en ti? Pensaba eso, lo recordaba todo el tiempo, y eso me hacía sonreír de vez en cuando. Necesité unas semanas para darme cuenta que tú y yo somos dos polos opuestos, que no se podían unir. No quiero decir que esta vez ha sido igual que la anterior, aunque yo no quería sentirlo en mi interior, como con ese tres que todavía no logré olvidar, yo quería sentirlo como el primer día de mi vida en el que las cosas, por distante que pareciera, me habían salido perfectamente.
Ahora, no sé qué hacer con todas esas promesas que me hice a mí misma, no sé dónde tirarlas, porque en realidad no quiero olvidarlas, quiero guardarlas en un cajón, en lo más hondo de mi interior, quiero recordar cuando me tocastes, cuando nos dimos besos, quiero recordar cuando me puse roja al pensar que tenía razón respecto a lo que me hacías pensar.
Quizás, yo no quiera volver a verte, quizás cambie de camino yo para no verte, tal vez, eso de equivocarse voluntariamente de sentido estaba en tus planes, lo más seguro es que no lo leas, y está claro que no sabes que esto va para, lo que algún día pudo ser, nosotros, no sé ni siquiera si existe esa parte de ti que me hacía reír un día sí y el otro también.
Dime tú que hago con todo esto, dímelo, no sé donde guardarlo, es difícil crecer, seguir, con tu corazón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario