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sábado, 7 de abril de 2012

Porque de mucho más grandes hemos salido.


Sin darnos cuenta, increíblemente, la vida pasa muy deprisa y no actuamos nunca como es debido. Lógicamente, cometemos errores, ¡está claro que los cometemos! Si no fuera así, ¿cómo se crearon las grandes ideas? Lo grave es que no me doy cuenta de que, pasen los años que pasen, siempre me quedarán los mismos para estar completamente feliz. Te decepcionan, se te cae el mundo, te hierve la sangre de las venas, te vuelves adicta a la música, ¿para qué? Para olvidarte de que el mundo amanece día a día, para arrastrarte a la nada, a la misma mierda. Mejor dejar claro que jamás te han conocido y que jamás lo harán. Lo mejor es que sepan que todo lo que te importa es el tamaño de tus cascos y el volumen que le acompaña.
Lo inconcebible es que nunca acabas por darte cuenta de que lo que haces, lo haces porque quieres grabarte un nombre en tu piel. No cuentan las veces que han hecho que lo pases mal, en las que te han hecho llorar, permanecen en ti las ganas de mirarles con ese tipo de sonrisa que suele aparecer en esos intentos. Me han soltado miles de veces, me han completado otras tantas, me han odiado el doble. Pero yo siempre sé lo que quiero. Y lo que quiero es lo que no puedo conseguir, porque sí, porque me pueden las ganas cuando parece que me dicen que ni lo intente, me pueden las veces que parece que no lo conseguiré.
Increíblemente los mejores luego son los peores. Pensando que nunca te decepcionarán, ver lo contrario hace sentirte inútil. Y por ahora no entiendo ni lo que piensan, el porqué de llegar a este extremo, lo que conduce de 100 a 0 y de 0 a 100. Luego, después de toda esta parrafada (...), todo se arregla con un abrazo, porque sé que demuestro que quiero a esas personas más que a nadie. Creo que nadie sabe cuánto.

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