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viernes, 6 de abril de 2012

Yo te lo cuento, tú no me crees. Cierra los ojos, dime qué ves.

...Y acaricia la brisa del viento cuando intenta volar, roza con la punta de sus dedos todas esas nubes que una vez intentó capturar. Vigila las mareas para que la luna no se vuelva loca, le sonríe al sol para que nunca se apague. Le da su calor hasta a su peor enemigo, vive sin miedo. Camina por el filo más estrecho de todos, procura planear con un paraguas en lo alto, llora cuando no le han dicho que llore, llama a la puerta y entra sin previo aviso. Hace trampas en cuanto a amar se refiere, no cree en el destino, siente que solo es una etiqueta para la casualidad. Entristece por desconocidos y sonríe las virtudes de los demás. Odia no ser querida, repite mil veces sus actos después de hacerlos, nunca antes, le da miedo el que pensarán. Canta debajo de la ducha, se clava los cascos en las orejas y se considera melómana. Puede nadar en los mares más profundos y esconder en su cuerpo más cicatrices que sonrisas. Quiere a demasiadas personas a la vez y se hierve la cabeza para entender todos los misterios que ella encierra. Tiene miles de hojas arrugadas sin terminar de pensamientos que ya quisiera alguien saberlos. Sería un gran problema.

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