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sábado, 8 de octubre de 2011

Sigue tu intuición.


¿No lo habéis sentido alguna vez? Es como una especie de "flash" que de repente irradia para indicarte una determinada dirección a seguir. No sabes qué lo provoca ni de qué lugar proviene, pero algo dentro de ti te pide que le hagas caso. El nombre que le demos a esa revelación es lo de menos, aunque comúnmente el término más difundido es intuición.
Creo que está basado en toda nuestra experiencia vital y es el resultado de todo el conocimiento que hemos ido acumulando a lo largo de los años.
Definida en el diccionario como la facultad de comprender las cosas instantáneamente -sin necesidad de razonamiento-, la intuición es de gran ayuda, si confiamos lo suficiente y nos dejamos guiar por ella, cuando se nos aparece tan transparente que no puede ser otra cosa que el anticipo de la verdad.
Generalmente, la intuición suele plantear un conflicto terrible contra la razón, porque la intuición tiene la particularidad de señalarte caminos poco transitados, muy arriesgados o más allá, y en algún caso, casi suicidas. Sin embargo, seguir su rastro te hace llegar a otra dimensión; al lugar en el que ocurren las cosas más grandes y en el que la lógica no tiene cabida. Con intuición se hacen los grandes descubrimientos, las mayores conquistas y se obtienen los mayores triunfos. Eso si, hay que estar dispuesto a asomarse por un instante al abismo y esquivar a la racionalidad, que siempre procurará que esa puerta permanezca bien cerrada.
Sigue tu intuición, sea porque a veces no te quede otra opción o por el puro placer de ir tras ella. La intuición vive, según me han dicho, cerca del corazón, y ya sabes que el corazón nunca se equivoca. Lo sabes, ¿no?

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