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martes, 3 de diciembre de 2013

Nos encontramos donde las dudas se cruzan con las ganas.

¿Cómo voy a darte una excusa? Si es Lunes y la tarde está cargada de desperdicios y además, apesta a fracaso propio. Mis manos tiemblan como corazones que se desgastan con el tiempo y llevo las uñas mal pintadas. Dichosos encuentros, ¿quién los idearía? Tienen el roce de la ropa calada y se arrugan al palparse con la piel. Cuando me escribiste no medité que... Cuando me escribiste no medité; porque tu cariño, contacto, roce, era de urgente necesidad. Así que aparecí en tu casa. Borracha, pidiendo la rehabilitación del vacío. Por eso entré en tu boca, como en una nube, sin nada más que el empuje del recuerdo de nuestros días de cerveceo. Por eso me acogiste, memo. Por eso abriste tus brazos, como el que obtiene lo que tanto echa de menos; por eso te abalanzaste sobre mi cuello, como quien engulle con ansia y vorazmente su presa. Cómo puedes pedirme cuentas con la de besos que me debes, con el miedo que tengo de simplemente no poder saborearte lo suficiente... Cómo puedes pedir limosna al pretexto de mis cicatrices. Fue por eso y no por el frío. Por eso nos desnudamos sin acatamiento y nos devoramos sin prudencia. Por eso salí descalza, mientras tu te hacías el adormilado. No puedo darte excusa para engañarme, si ya eres mi artimaña. Si he tenido que ir a buscarte para pedirte de una puta vez que estabilices estos kilos nostalgia con gramos de polvo en nuestra atmósfera.

1 comentario:

  1. Es leerte y enamorarme de lo que leo. Espero que algún día cuentes a quien escribes todo esto... debería sentirse afortunado.
    ¡Te doy las 3 estrellas!

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