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martes, 8 de febrero de 2011

El silencio es el ruido más fuerte.


Y es que el silencio puede ser la más amarga de las respuestas, porque siempre suele ser interpretado como desprecio.
¿Y por qué se calla? Se calla, entiendo, por miedo a la respuesta, a la reclamación o a que la otra parte no sea capaz de perdonar lo que se le dice. Pues que decida la persona afectada, ¿no?
Y así, algunos van trasladando a lo largo de su vida una bolsa de silencios y de palabras que deberían haber dicho y no dijeron y que pesa más y más ... y entonces van pasando los años y aquellas cosas que no se revelaron, uno se plantea que para qué decirlas ahora si ya no tiene sentido.
Y de nuevo se vuelve a callar y ya sin solución y para siempre ... o no. Depende de cada cual el soltar esa sobrecarga. Si se hace con consideración y cuidando las maneras, hablar y decir lo que sentimos es siempre la mejor apuesta.

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